Me gustaría anticipar las señales justo antes de que las cosas sucedan.
Lo sé, es imposible. Por eso, dado que no se pueden prever los acontecimientos venideros, de hoy en adelante voy a intentar anticiparme yo a ellos: dejaré señales aquí y allí que me recuerden los tiempos vividos, los acontecimientos en el momento que estos sucedieron, las situaciones acaecidas de la forma más imprevista. Por ejemplo: una raya en una pared, una muesca en la madera de una puerta, un dibujo en la última página de una novela, una nota escondida en algún cajón...o un poema. Todo ello con la intención, de que al encontrarlo, me haga recordar aquello que vivimos y que tanto nos marcó, y de esta forma, nos muestre el camino que tal vez tengamos que volver a recorrer algún día, enseñándonos la mejor manera de hacerlo.
Los auténticos abrazos.
La
calle vacía, miradas ocultas tras los portales,
un atardecer de
fuego desde el balcón,
silencioso...
aplausos que
son chispa de vida y alegría,
una ráfaga de
miedo cruzando la luz desde las nubes,
las miradas de
esperanza, los abrazos venideros,
la calma
arrojada a la noche solitaria,
la calle enorme
que esconde maldiciones,
el brillo de
tus ojos que acude a mi rescate,
la paz del
hombre que ayuda a sus amigos,
aquel que agita
su mirada y es valiente.
No te escondas
amigo, se valiente,
que tus errores
no son tan importantes,
entrega tu
corazón,
que fuiste honesto como una bandada de pájaros,
volverás a ser
libre,
volverán los
auténticos abrazos
Juanvi, marzo de 2020